CASTELVETRANO, UN OLVIDO REVISITADO

ZIMMERMAN Daniel


El olvido del nombre de Castelvetrano, incorporado por Freud a la cuarta edición de la "Psicopatología de la vida cotidiana" permite verificar de manera privilegiada cómo el "metabolismo" del significante constituye el resorte de las formaciones del inconsciente.
Freud lo presenta como ilustración del modo en que "un complejo personal que domina a un sujeto en un momento determinado puede producir en dicho momento y en cuestiones apartadas de su propia naturaleza, el olvido de un nombre". Freud no menciona que se trata de un ejemplo autobiográfico. Sin embargo, y como él mismo lo señaló a partir de los sueños, todo evento es ante todo un evento relatado. Es el relato mismo el que constituye el texto. Y lo que un texto no nombra puede ser justamente lo que tiene para decir.

LA TRAMA DEL "COMPLEJO"

Aunque acuden a su recuerdo los más diversos detalles de la estadía en Castelveltrano, Freud no consigue evocar el nombre del lugar. Freud aventura aquellos que acuden a su imaginación espontáneamente, sin dejar de reconocer que son meros sustitutivos del nombre olvidado: Caltanisetta ( cariñoso apodo para una jovencita); Castrogiovanni que se refiere tan expresamente a la juventud como el nombre olvidado a la vejez.
Castelvetrano ha sido aspirado del discurso intencional y atraído a lo inconsciente. Quebrado (en el sentido más literal del término) en dos partes, entra en un juego de sustitución que tiene lugar a nivel del material significante. Una sustitución que se lleva a cabo como en un acertijo en imágenes, un rebus: allí donde se dibujaba la localidad italiana de Castelvetrano puede leerse la presencia de un veterano que introduce la sombra amenazadora de la vejez.
La primera mitad Castel, como Freud lo destaca, aparece, "aunque algo desfigurada", en el sustitutivo Caltanisetta. Observemos que también lo hace en Catalafimi, constituyendo un perfecto anagrama del anterior (Catal - Calta). Y si decimos que Catal se reproduce en Calta, que derivará en Castel , podría objetarse al rigor de esta secuencia la aparición de Castro al comienzo de Castrogiovanni. Sin embargo, su determinación queda igualmente demostrada. Castel es la forma apocopada de Castellum (fuerte, reducto) para integrar el nombre de lugar . Y, por su parte, Castellum no es sino el diminutivo de Castro (del latín castrum: campamento fortificado) . Constelación que se organiza por la sucesiva rotación de sus elementos; verdadera cascada de permutaciones que puede reconocerse también en la otra mitad del término olvidado. La terminación -imi de Catalafimi , se trastroca en Caltanisetta, que luego se recorta en el sustitutivo Enna; finalmente la reconocemos incorporada en Castrogiovanni, antecedente inmediato del olvidado Castelvetrano.
Los términos en juego se entrechocan , se reagrupan y engendran un sentido. Un elemento significante es descompuesto y encuentra lugar, se implanta, en una nueva secuencia significante que se entrecruza con la que primitivamente lo contenía. La fragmentación llega al límite de una especie de deletreo (ese que sugirió a Freud la comparación con una "química de las palabras" y a Lacan el mecanismo de una máquina tragamonedas). La trama del "complejo" se despliega en una red de intercambios, que es a la vez accidente pero también renovada creación.

EL HORROR DE LA MUERTE.

La empresa freudiana instituye el escenario del inconsciente. Encontrará la ocasión de renovarse al volverlo a descubrir. "No me gusta pensar en la vejez y reacciono con extraña intensidad cuando se me hacer recordar". Esa es la explicación que para Freud resuelve el motivo de su olvido. Castelvetrano por asemejarse a veterano reaviva su particular aversión al tema de la edad y el envejecimiento . La "punta quebrada de la espada de la memoria" atraviesa a Freud y nos invita a interrogar el enigma de su deseo.
Freud publicó originalmente el artículo con el título de "Una contribución al olvido de nombres propios" en el Zentralblatt fúr Psychoanalyse en 1911. En una carta a Jung de fines de abril, Freud le anuncia la publicación y le anticipa su análisis de lo sucedido. Dice Freud:

"Así, pues, se trata de mi 'complejo de vejez' cuya base erótica Ud. ya conoce. Es también la fuente de un ejemplo de olvido de nombre que aparecerá en el Zentralblatt."

Se trata de su "complejo de vejez". Lo acosa el fantasma de la senectud y lo estremece toda posible disminución de su capacidad intelectual. En otra carta a Jung, fechada tres meses más tarde, Freud hace referencia nuevamente a su artículo. Lo hace esta vez desde una diferente perspectiva. El 21 de julio Freud escribe:

"En el número 9 del Zentralblatt encontrará un olvido de nombre sucedido entre Ferenczi y yo, y cuyo esclarecimiento le revelará a usted seguramente un significado especial, que para otros carecería de importancia (Giovane - Veterano) . Se trata del viejo motivo mitológico: el dios anciano desea ser sacrificado para resucitar rejuvenecido en el nuevo."

Nos encontramos ahora frente a una confesión de tono más intimista, que ya no es de interés para el público en general. A Jung le confiesa el carácter autobigráfico del episodio y lo convoca a compartir una significación especial: Jung, en alemán, es "joven". La anterior referencia a su complejo de vejez deja lugar al tema del sacrificio y la resurrección.
Dos explicaciones de distinto matiz distanciadas apenas tres meses en su correspondencia: ¿acaso se trata para nosotros de tomar partido por una o por otra? Todo lo contrario. Inicio y término en una temporalidad que poco tiene que ver con lo cronológico, daremos crédito a ambas versiones para despejar lo que puede extraerse de su confrontación.
Cuando Freud quiere evocar el nombre de la localidad de Castelvetrano, no lo consigue. En cambio, surge otra escena, que está del lado del olvido y que responde en su lugar. Pero no da una respuesta acabada; apenas ofrece algunos restos, diversas "ruinas" en sustitución: Caltanisetta, Castrogiovanni. Y es en esa sustitución donde se podrá leer cierto efecto de sentido positivo: el veterano, Freud, es sustituido por el joven, que se encarna en Ferenczi y que puede traducirse Jung. El viejo dios resurge en el nuevo, rejuvenecido. Bajo el modo del sacrificio cobra presencia lo temible y desconocido, lo innombrable por excelencia: el señorío de la muerte.
La vejez con sus secuelas y la espléndida juventud escapan a su raíz biológica para encuadrarse en la preocupación de Freud por el futuro incierto del psicoanálisis. Atrapadas en las redes de la letra, desgarran a Freud en su existencia abriéndolo a algo diferente: la inquietud por asegurar la transmisión de su doctrina
Freud busca una garantía que salvaguarde su legado. Pero ocurre que esta preocupación encuentra solamente un camino para resolverse; a saber: la aspiración de perdurar rejuvenecido en sus discípulos. El traspaso de la empresa paterna a su descendencia con la intención de asegurar su absoluto mantenimiento constituye un rodeo, una maniobra para encubrir la muerte.
Es la muerte la que sostiene la existencia; el mundo que no era - escribe Joyce - no viene sino para irse. En su anhelo de resurrección Freud desconoce precisamente que, como cualquier otro, él vive de ser mortal.

Daniel Zimmerman
Austria 2272 7º B (1425)
Buenos Aires - Argentina
E-mail : danzimm@hotmail.com

BIBLIOGRAFIA

Corominas, J y Pascual, J. A. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Madrid, Editorial Gredos.
Freud, Sigmund Psicopatología de la vida cotidiana Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973.
Freud, S - Jung, C. Correspondencia Madrid, Taurus ediciones, 1978.
Joyce, James Ecce Puer The Essential James Joyce, Triad/Grafton Books, London, 1989.
Lacan, Jacques El seminario, libro 5, Las Formaciones del Inconsciente Buenos Aires, Paidós, 1999.
Zimmerman, Daniel Un recuerdo inter-dicto de Freud, en Cuadernos Sigmund Freud nº 16, Buenos Aires, Escuela Freudiana de Buenos Aires, 1993.