|
Transferencia o Neurosis de Transferencia
VILLARI Rafael(1)
Sin preámbulos, ya que los seis mil caracteres me exprimen, parto
de una afirmación de mi amigo Ricardo Diaz ROMERO, quien afirma
no haber fenómenos transferenciales fuera de la situación
analítica; se trata de la primera de las cuatro hipótesis
básicas del libro Trasferencia y Discurso, donde dice, "La
primera - de las hipotesis -, que considero fundamental es que la trasferencia
(sic) es un modo de producción proprio y exclusivo de lo que ocurre
en una análisis, de la colocación en acto de una análisis."
(DIAS ROMERO, 1992, p.15). Debo decir que esta afirmación, colocada
de esta manera, provoco en mi el estimulo necesario para la confrontación
de ideas, y esto porque sabemos que S. Freud - refiriéndose a los
efectos que llamará de transferenciales en la relación médico-paciente
- afirma, "El tratamiento psicoanalítico no crea la transferencia,
simplemente la revela, como a tantas otras cosas ocultas de la vida anímica."
(FREUD, 1905), o de otra manera, "Esas características de
la transferencia, por lo tanto, no deben ser atribuidas al psicoanálisis,
mas si a la propia neurosis." (FREUD, 1912). Como podemos ver se
trata, aparentemente, de afirmaciones divergentes que me hicieron pensar
sobre lo real implicado en cada una de ellas; en la medida en que supongo,
a pesar de la apariencia, que ambas afirmaciones no son excluibles; aunque
encontremos también - en relación a la transferencia como
fenómeno extra-analítico - que es preciso "[...] dar
un nombre a todas esas cosas que se producen fuera de una análisis
que, de a poco, nos acostumbramos a chamarlas de transferencia."
(DIAZ ROMERO, 1992, p.15). Queda claro que bajo el mismo significante
- Transferencia - se pueden incluir, si no es precisado el concepto en
cada momento, afirmaciones conflictivas.
Mi suposición dice respecto a la necesidad de diferenciar el terreno
donde se podrían localizar los fenómenos transferenciales
- Übertragungsphe-nomene - de una forma general, de aquel proprio
al psicoanálisis, o sea, de la neurosis de transferencia. Para
esto, ya que en nuestra reunión se trata de destacar el aporte
lacaniano al texto de S. Freud, adelanto que pienso que la función
- freudiana, aunque no haya sido nominada por él mismo - del deseo
del analista, se constituye en el pivote a partir del cual se podrían
demarcar los diferente campos, asimilados en la aparente discordancia
subrayada antes.
Sabemos que, históricamente, la descubierta freudiana parte de
los efectos del fenómeno transferencial en la práctica médica,
a través de su vertiente imaginaria - escenificados en el par amor-odio.
Estas circunstancias eran conocidas de los médicos de la época:
los más experimentados entre ellos, de alguna manera, sabían(2)
orientarse en esa situación - generalmente, a través de
la sugestión - en favor de la terapéutica médica.
Mas, en muchos casos, la extrema fuerza y presencia sexual del fenómeno
- y principalmente la aparente falta de justificativa de la demanda -
llevaba a situaciones como aquella que J. Breuer relató a S, Freud.
Entiendo que de esta forma surge para S. Freud, ante la cena montada por
Berta Pappemheim y su médico, la posibilidad del cuestionamiento
a partir del cual se hilvanaría el discurso psicoanalítico;
o sea, aquel que propondría una respuesta inédita a la presencia
del amor-odio en la relación terapéutica. Así, las
histéricas mostraron a S. Freud los efectos, a través del
sufrimiento singular de cada una de ellas, de una verdad que, mismo propia,
les era ajena; S. Freud supo determinar el carácter intransitivo
de la demanda enlazada a ese sufrimiento. Al rededor de la suposición
de una verdad pasible de ser alcanzada, - cuestión que implica,
para el hombre moderno, la presencia de un saber -, es que surge la posibilidad
de la demanda dirigida a aquel que se supone poseerla; encarnada, en aquel
momento, en la figura del médico. Años más tarde,
J. Lacan hará girar al rededor de esta cuestión su fórmula
S.s.S - esa función a la cual, a veces, le prestamos nuestra voz
-; sobretodo, a partir del lugar del destaque ocupado pela figura de la
ignorancia en esa dialéctica. Recordemos, brevemente, de que la
ignorancia, junto al amor e al odio, hacen parte de aquello que J. Lacan
llamó de pasiones presentes en la transferencia .(3)
Resumo este itinerario, para mejor orientarme en la dirección de
mi objetivo. Así, a partir de lo dicho puedo extraer algunas condiciones
propias del fenómeno transferencial.
· La presencia y disposición al habla; quiere decir, a
las posibilidades del campo de la metáfora. Poder aposta a que
las palabras constituyen el terreno donde procurar la verdad que cuestiona
de forma perentoria el sujeto; o de otra forma: la confianza necesaria
en el significante.
· Disposición en no retroceder ante los impasses que puedan
surgir en la procura. Esto implica, en mi entender, la fuerza del cuestionamiento
de esa verdad que alcanza algo de vital del sujeto: el cuerpo y/o la subjetividad.
· Suponer que el camino - el saber - para alcanzar esa verdad supuesta
se encuentra o pasa por alguien; o sea, por un semejante.
Supongo que estas condiciones circunscriben el cerne a partir del cual
podemos encontrar el fenómeno transferencial en la cultura. Mas,
vemos que la circunstancias señaladas antes, aunque hagan parte
de la condiciones de una análisis, no las completan. Podemos percibir
como estas exigencias están presente, por ejemplo, en las relaciones
terapéutica (médicas, psicoterápicas) o hasta de
enseñanza - entre maestro y alumno.
No olvidemos que S. Freud, a partir del momento en que enfrentó
el enigma colocado por la histérica - con la ayuda de J. Breuer
-, o sea, a partir del momento en que pudo incorporar ese enigma en cuanto
saber a ser conquistado, supo construir a través de la escucha,
las respuestas que le permitirán nombrar el fenómeno transferencial
que, como vimos antes, fue el antecedente de la experiencia propiamente
psicoanalítica.
Supongo que el concepto de neurosis de transferencia se erige en un divisor
de aguas, en el sentido de demarcar un campo exclusivo a la experiencia
psicoanalítica. Recordemos que, en un primer momento, S. Freud
presenta la neurosis de transferencia como siendo aquellas pasibles de
transferencia - diferenciándolas así, de las neurosis narcisistas
-, mas posteriormente acrecienta y desplaza el sentido en la dirección
del campo donde se desarrollaría una análisis .(4)
La propuesta de S. Freud, como sabemos, visa a no satisfacer la demanda
- recordemos su carácter intransitivo - para, en ese lugar, ofrecer
aquello que J. Lacan llamó del deseo del analista. Deseo que porta
y transmite el saber paradójico del psicoanalista: aquel que solamente
sabe que el saber se encuentra en la palabra del analisante.
Como diferenciamos aquello que llamamos de campo del fenómeno transferencial,
de la neurosis de transferencia? A partir de la inscripción de
la respuesta singular que se origina en el deseo del analista. Por eso,
creo que la cuestión del deseo del analista, se transformó
para J. Lacan en el centro de su investigación; sobretodo en relación
a la transmisión del psicoanálisis, "[...] deseo del
analista, deseo siempre supuesto, jamas definido, [...]" (LACAN,
02/05/1962). Acaso su Escuela, no giró al rededor de esta cuestión?
La tentativa de la experiencia del Pase, no es el legado que, de diferentes
maneras, se trata de rescatar para testimoniar sobre el deseo singular
que soporta y transmite la experiencia psicoanalítica hasta hoy?
De esta forma, a las tres condiciones para el aparecimiento del fenómeno
transferencial subrayados antes acrecentamos - demarcando así,
las condiciones para el surgimiento de la neurosis de transferencia o
sea, de la experiencia propiamente psicoanalítica -, un cuarto
y fundamental elemento:
· La necesidad de una respuesta inédita a la demanda de
aquel inmerso en el sufrimiento - así erigido en desafío;
quiere decir, la presencia en acto del deseo del analista.
Esta respuesta singular, sustentada en la abstinencia freudiana, demarca
el campo del psicoanálisis, se distinguido de esta forma del terreno
donde el fenómeno transferencial queda sujetado a la deriva imaginaria.
Traje este resumo para finalmente afirmar que reconocer la presencia del
fenómeno transferencial - diferenciado de la neurosis de transferencia,
exclusiva al psicoanálisis - podría se tornar una cuestión
importante en el difícil y necesario dialogo con las prácticas
que excluyen la función deseo del analista, mas que reconocen en
su interior, la incidencia del fenómeno transferencial.
Referencias Bibliográficas:
BARTHES, Roland. Aula. São Paulo Cultrix, 6° edição
1992.
DIAZ ROMERO, Ricardo. Trasferencia y Discuro. Buenos Aires: Nueva Visión,
1992.
FREUD, Sigmund. Pósfacio ao Fragmento da análise de um caso
de histeria (1905). vol. VII.
FREUD, Sigmund. Conferências introdutórias sobre psicanálise.
Conferência XXVIII. Transferência. (1917). vol.XVI.
FREUD, Sigmund. A dinâmica da Transferência (1912). vol. XII.
LACAN, Jacques. Seminário n°1. 1953-54. Los escritos técnicos
de Freud. Versão de Paidós. In: ---. Los Seminários
de Jacques Lacan. Buenos Aires: Ediciones Eletrónicas RD 1999.
LACAN, Jacques. Seminário n° 9. 1961-62. La Identificación.
Versão de EFBA.
- Dirección: Av. Trompowski, 265 ap. 1002 torre Betha. Florianópolis,
Santa Catarina, Brasil. CEP: 88-015-300. e-mail: villari@cce.ufsc.br
- Acredito que todavía hoy, entre aquellos que cultivan la clínica
médica, se mantenga esto.
- "[...] esta dos posibilidades - dice J. Lacan -, amor y odio,
están siempre acompañadas por una tercera, que generalmente
se la descuida, y que no se cuenta entre los componentes primarios de
la transferencia: la ignorancia como pasión. [...], el sujeto
que viene al análisis se coloca, en cuanto tal, en la posición
de quien ignora. Sin esta referencia no hay entrada posible en la análisis:
nunca es nombrada, nunca se piensa en ella, cuando en realidad es fundamental."
(30/06/1954).
- Refiriéndose a la evolución de la neurosis, S. Freud
afirma, "El inicio del tratamiento no pone un fin a esa evolución;
cuando, el tratamiento logra el dominio sobre el paciente, ocurre la
totalidad de la producción de su enfermedad concentrarse en un
único punto - su relación con el médico. [...]
Cuando la transferencia llegó a ese grado de importancia, el
trabajo con las recordaciones del paciente se retira bien para el fundo
de la cena. En consecuencia, no es correcto decir que ya no nos ocupamos
de la enfermedad anterior del paciente, y si de una neurosis recientemente
creada y transformada, que asumió el lugar de la anterior. Acompañamos
esa nueva edición del disturbio antiguo desde su inicio, observamos
su origen y su crecimiento y estamos especialmente aptos a localizarnos
dentro del mismo, desde que, por ser su objeto, estamos colocados en
su proprio centro {...] Mas dominar esa neurosis nueva, artificial,
equivale a eliminar la enfermedad inicialmente traída al tratamiento
- equivale a realizar nuestra tarea terapéutica. (1917).
|
|