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El psicoanálisis que viene
VACCAREZZA Laura E.
Pero entonces, si el psicoanálisis tiene éxito, se extinguirá
hasta no ser más que un síntoma olvidado.
J.Lacan.(La tercera).
En un tiempo en el que el avance científico permite al ser humano
realizar aquello que ni siquiera se había atrevido a fantasear,
nos encontramos con la preocupación de saber qué lugar,
si es que encuentra alguno, puede tener el psicoanálisis.
Se puede pensar que irá perdiendo su fuerza proporcionalmente al
avance de la ciencia, ya que en los últimos tiempos comprobamos
como ésta responde justamente a los enigmas del sujeto, dando una
explicación científica y ofreciéndole, a la vez,
una rápida solución, ya sea biológica o quirúrgica
excluyéndolo de su implicación en el síntoma.
Si los problemas mentales son cuestión de genes, por lo cual el
sujeto no es responsable de sus actos; si no es necesario un hombre para
procrear (sólo interesan sus fluidos); si no hay límites
en la biología femenina; si se puede alquilar un vientre, si se
puede modificar el cuerpo, hacerlo femenino o masculino; si podemos clonarnos
y tener hijos a nuestra imagen y semejanza, y tantos como se quieran;
si un padre muerto puede procrear, si una abuela puede ser madre de su
nieto; y, en fin, una larga serie que seguramente ni llegamos a imaginar,
me pregunto: ¿ qué será del Complejo de Edipo ?,
y ¿ del Complejo de Castración ? ¿Es que nos espera
un mundo sin diferencias? ¿ Un mundo feliz ?. ¿Un mundo
sin cuestionamientos? ¿ Un mundo perverso? . Sabemos que la perversión
solicita muy poco al psicoanálisis, por lo tanto, cabe preguntarse
si habrá o no lugar para él.
¿Qué dice el psicoanálisis respecto de este borramiento
de las diferencias que aparece tan acentuado en los síntomas sociales
actuales?¿Qué escuchamos en la cura? ¿Cómo
hacemos lazo social desde la diferencia? ¿Cómo se las arregla
el analista con estos acontecimientos en lo social?
Una vez más, parece que es necesario replantearse algunas cosas,
como por ejemplo: si el psicoanálisis, tal como lo concebimos y
lo ejercemos hasta ahora, tiende a desaparecer, ¿cuál sería
la posición del psicoanalista, de cada psicoanalista, frente a
los cambios que se producen en su entorno?. Cabría también
reflexionar sobre las nuevas versiones del lazo social entre analistas,
por ejemplo: globalización y diferencias; y como más preocupante,
quizás, señalo: la inserción del discurso analítico
en la sociedad, es decir, ¿cómo hacer saber lo que hacemos
y para qué sirve?.
Se pueden escuchar en boca de los analistas cosas tales como que "la
gente no se cuestiona", "que viene con prisas", "que
sólo quiere respuestas rápidas", "que no quieren
pensar", " que no hay pacientes", "que no hay pacientes
de diván", "que no hay pacientes que acepten venir más
de una sesión semanal", "que sólo demandan medicación",
etc. ¿Queja? ¿Síntoma del analista en su demanda
del analizante perdido?.
Es verdad que todo esto de lo que se quejan los psicoanalistas ocurre,
en mayor o menor medida. Por otro lado, las nuevas propuestas terapéuticas
que ofrecen consistencia imaginaria al sujeto, (nombrándolo, no
por su nombre, pero sí por su síntoma); dándoles
un lugar, una identidad, un grupo de pertenencia, un lugar en la sociedad,
mucho amor y poco cuestionamiento colaboran a esta "ausencia de demanda",pero
el precio que pagan por esa pertenencia, por ese no cuestionamiento, es
reconocerse enfermo o ex enfermo para siempre. Surgen así los grupos
de anoréxicos, drogadictos, depresivos, comedores compulsivos,
alcohólicos, ludópatas, migrañosos, etc.
Podemos plantear que estos grupos suplen una función paterna debilitada,
actuando como una ortopedia que, si bien ayuda al sujeto a conseguir una
cierta estabilización, le impiden ir más allá en
lo simbólico, es decir, asumir su identidad sexual y su diferencia.
No niego por otro lado que estos grupos puedan ser de gran ayuda en determinados
momentos, después de todo es un modo de ser nombrado, de encontrar
un lugar, una identidad. En varias ocasiones he tratado y trato pacientes
que pertenecen a esos grupos, fundamentalmente alcohólicos, anoréxicos
y comedores compulsivos; en general son personas a las que el grupo les
ha servido de apoyo pero que quieren saber algo más, o vienen para
"desengancharse" del grupo, etc.
Esto es lo que hay y lo que prolifera en el campo psi, la ayuda, la autoayuda,
las nuevas medicaciones que ofrecen alegría y potencia duraderas(
Prozac, Viagra, etc.), ¿para qué analizarse, si hay un objeto
para cada falta?.Sólo cuando esos objetos ofrecidos no producen
la satisfacción deseada podemos escuchar una demanda.
En un mundo lleno de objetos ¿cómo promocionar la falta
del mismo?.Este es nuestro problema.
En este punto me planteo, si el discurso analítico propone o propicia
la subversión del sujeto, si el discurso analítico es subversivo
en sí mismo, ¿cómo puede relacionarse con el discurso
Amo? ¿Cómo hablarle del sujeto del inconsciente, si para
la ciencia no hay sujeto?. ¿Cómo hacerle saber al otro algo
de lo que no quiere saber nada, y acerca de lo cual no nos interroga?
Creo que los psicoanalistas, con mayor o menor fortuna, hemos intentado
hacer saber lo que hacemos.
Freud creyó, y así lo manifestó, que el psicoanálisis
iba a producir un gran cambio social, por el contrario, el psicoanálisis
ha encontrado grandes dificultades para entrar en la universidad como
así también en los hospitales. No existe como asignatura,
ni en la formación del psiquiatra ni en la del psicólogo,
y tampoco figura como una especialidad.
¿A qué se debe tanta resistencia? ¿Es la manera como
se intenta transmitir? ¿Es la certeza y el autoritarismo de algunos
analistas que, utilizando palabras grandilocuentes, quieren hacer creer
que el psicoanálisis es cosa de pocos o realmente tiene que ver
con lo que el mismo psicoanálisis desvela y sobre lo que nadie,
incluso muchas veces el mismo psicoanalista, quiere saber?,( me refiero
a la castración).
Lacan decía: hay que generar demanda haciendo saber lo que uno
hace. Esto es así, pero lo que también hay que saber, a
mi entender, es que el psicoanálisis ha de coexistir con otros
saberes, que no son ni mejores ni peores, sino diferentes. Me parece aberrante
intentar que la ciencia se ponga toda ella en cuestión, si fuese
así no progresaría, sin embargo no descarto algún
encuentro puntual con el científico en el trabajo día a
día.
Este es el entorno con el que contamos, no es ni la Viena de Freud, ni
el Paris de Lacan, se trata del nuevo milenio y si, tal como aprendimos
de ellos precisamente, es en el fracaso del ideal de completud cuando
surge la queja y cuando el síntoma sutura y denuncia la falta,
cuando surge el inconsciente y cuando algo de la verdad puede surgir,
deberemos aprender a escuchar los "nuevos síntomas".
Si el psicoanalista, atrincherado en sus prejuicios y en sus temores,
no puede escuchar, no dejará surgir el inconsciente. Entonces ya
no será la ciencia sino el propio analista, quien vaya en contra
del psicoanálisis.
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