THIBIERGE Stéphane



Propongo de retomar aquí la formulación de la transferencia dada po Lacan en el seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Este seminario es una forma de introducción al psicoanálisis, y más precisamente: de acceso reabierto a un campo que, observa Lacan, "por su naturaleza se pierde". En 1964, momento en que él se dirigía a un auditorio nuevo y sobretodo formado a la filosofiía, Lacan tenía buenas razones _ la prohibición de enseñar de la que él venía de ser objeto era bien una _ para estimar que el compo abierto por Freud se había cerrado después de él.

Es en este contexto que es propuesta la fórmula de la transferencia como "puesta en acto de la realidad del inconsciente". Fórmula por otra parte combinada con una precisión indispensable: la realidad del inconsciente freudiano, subraya Lacan, requiere tomar en cuenta lo que le es consubstancial, a saber la sexualidad. La realidad del inconsciente reenvía fundamentalmente a la realidad sexual. Notemos que sin esta precisión, sería imposible de distinguir el manejo y la posición psicoanalítica de la transferencia de un uso de la sugestión de la que una habilidad _pedagógica, política o terapéutica_ ha siempre sabido tirar partido.

Si esta fórmula ha sorprendido, es sin duda en tanto que ella aborda el concepto de transferencia y la realidad que se pone en juego en términos que, llevados a la experiencia del análisis, compromete un abordaje inédito y del concepto y de la realidad de la manera a la que apuntamos ordinariamente.

La transferencia como "puesta en acto", en primer lugar. El acto implica responsabilidad, y como toda verdadera responsabilidad, supone que no se puedan garantir todas las coordenadas de aquello en lo que uno se compromete: la puesta en acto no es separable del riesgo que ella comporta. Por otra parte, puesta en acto de qué? De la realidad ... del inconsciente: o sea de aquella misma que modifica enteramente el abordaje y el valor de lo que recibimos como realidad.

La realidad es recibida, en nuestra tradición, como lo que sería objetivable en un saber y bajo el privilegio del concepto. Y ella supone que el sujeto podría reconocer esta realidad como suya, en una completud idealmente pretendida de su saber.

La transferencia abre un cuestionamiento actual de esta realidad. Qué aporta en efecto aquí el psicoanálisis? El muestra el inconsciente y sus formaciones, su repetición y su insistencia, pero también y sobre todo que estas formaciones y esta repetición están dirigidas, destinadas. No hay aquí entonces un saber, sino des-completo de si mismo, ya que es en otra parte, a un lugar que esta dirección indica __ lugar del Otro , dice Lacan__ en que ese saber vendría a inscribirse. Más aún, el sujeto, lejos de preexistir a esto, es más bien y necesariamente el efecto: él es lo que es representado, insiste Lacan, por un significante po otro significante, y es fundamentalmente del lugar del Otro que él tiene sus representantes. Tesis devenida clásica, pero no más fácil a admitir sin embargo. Ya que si ella está en el fundamento del concepto y de la práctica psicoanálitica de la transferencia, ella no impide de psicologizar regularmente este concepto y su práctica, como si el sujeto preexistiera a la transferencia, cuando él es directamente el efecto.

La división del saber consigo mismo como constitutivo del sujeto, la imposibilidad del saber como concepto universal pudiendo incluir el sujeto en su cerco, en fin la engañifa (leurre) de todo reconocimiento asegurado del mismo y el pasaje necesario por el Otro: es aquello que el analista, por su presencia actual, mantiene abierto.

Es acá que interviene la referencia a la sexualidad: en tanto que es la realidad sexual que da a los conceptos psicoanalíticos del inconsciente y de la transferencia su asiento objetivo. Es el tomar en cuenta esta realidad sexual que permite a Lacan plantear que la función del deseo en la transferencia se debe situar en primer lugar del lado del analista, y de la abertura por él suscitada y mantenida de esta función del deseo.

En efecto la división del saber manifestada en la transferencia comporta una dimensión de pérdida irreductible, actualizada precisamente en la transferencia: ella revela aquí un agujero en el saber, y es de este agujero que ello habla. Ahora bien, a donde reenvía este defecto? El marca la imposibilidad lógica y real de poder hacer del saber una totalidad cerrada, como así también la ausencia de garantía de una identidad en el mismo. Lo que se encuentra en el lugar del ello, es una diferencia no reductible: una alteridad que en último término reenvía a la incompletud de la sexuación y del deseo, tal que es apresado y comprometido en las dificultades de la sexualidad y de un saber sobre el sexo.

Del sexo, señala Lacan, no podemos todo saber __ y sin embargo es por el sexo y su enigma que se asegura la toma del saber sobre cualquier hombre. Pero que no se pueda saber todo, es lo que hace agujero en la realidad y la restituye , en tanto que sexual, insostenible, no recubrable por un saber haciendo concepto en el sentido clásico y reconocible por la conciencia.

Esta pérdida que el sexo implica en el saber, es lo que revela el inconsciente freudiano, y esto es el objeto de la pulsión: no es objeto de ninguna confiscación ni de ningún sentido, ciertamente, pero es un objeto hablado y actuado que Lacan inscribe con una letra, objeto a. pero, señala él, si esta pérdida inherente a la realidad sexual puede ser inscripta por el psicoanálisis, ella no es, sin embargo, tenida en cuenta: ella produce más bien un retorno del oscurantismo en el saber constituído.

Es esto precisamente lo que está en juego en la transferencia y en el mantenimiento de su abertura: todo saber en constitución, comprendido el saber analítico, es llevado a eyectar de su campo lo que hace ahí resorte de un efecto de verdad. este resorte en nuestra experiencia, es la toma en cuenta de los efecto del objeto "a". Es lo que permite al saber de dividirse, al precio de una pérdida. Nosotros sabemos en principio, por lo menos es nuestra responsabilidad, que esta pérdida puede ser fácilmente conjurada en exclusión, cuando saber y transferencia están desjuntados el uno del otro.