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Notes de lecture Comment ne pas déroger à
l'exigence éthique dont ce texte imprime, avec force, l'obligation ? Il
faudrait y mettre en |oeuvre un anéantissement du sens, un vidage du savoir
dont, à l'infini, la marque devrait atteindre jusqu'à cette incidence
du terme inconscient dont l'unique saisie, entre parenthèse, s'accroche,
justement, à sa dimension de savoir. En appeler au Réel
pour traduire, avec insistance, le lieu d'où l'acte analytique aurait à
se fonder, à se déduire de sa trace induite par l'agencement polyphonique
de la langue qui rend à l'impossible la prétention du texte à
s'épuiser dans le sens. Pourtant, ce qui surgit comme rencontre de conviction,
est dit contre nature ; ce qui donne à cette profession un rythme volontariste,
ponctué d'injonctions dont il demeure imprécisé quelle pourrait
en être l'adresse. S'agit-il de s'imposer, pour l'analyste, l'épure
d'une attente renouvelée à ne pas céder à la tentation
du sens ou bien alors, s'agit-il de rompre, avec une inégalable volonté
d'acte, pour l'autre, l'analysant, le charme dont il fait symptôme ?
Réveiller, désir de réveiller, non pas de se réveiller,
mais de réveiller. l'usage métaphorique nous déplace de toute
tentative d'en articuler l'objet vers une quelconque allusion au rêve freudien.
Mais, pour le moins, l'attache où s'inscrit le réveil dans l'impossible
de l'être, supporte, dés lors, l'usage de la référence
à l'instant, à l'intemporel, introduit ici. Inaugural d'où
pourrait surgir du sujet dans la déliaison qui le laisse aux prises avec
la solitude d'un scribe réduit à chaque émerveillement d'une
écriture, agencement non clos de lettres où se dilue ce qui fonde
l'imaginaire de sa propre reconnaissance, de sa propre histoire. Mais
il semble que penser ne nous soumette qu'aux catégories classiques d'une
logique dont le piège consiste à fonder l'impossible comme une catégorie
d'être, donc possible. D'où le débat dont l'auteur témoigne,
nous laissant néanmoins dans la suspension où pourrait se produire,
de l'interdit à l'impossible, la torsion d'une logique, torsion initiée
par Freud et développée par Lacan, torsion dont on aurait à
faire rencontre dans ce que l'équivoque, si elle en témoigne, n'en
épuise pas l'exigence. Ce que je ne comprends, s'exclut, normant
l'étrange au territoire d'une berge, appropriée de brumes, avivant
les sens de n'y pouvoir y fonder sens. Ce que je ne comprends, m'exclut,
initiant d'un |il puissant la page que sa lecture de voile métamorphose
aux plis de connaissance. Ce qui ne me comprend, s'exclut le temps que
s'origine la geste littéraire où se lira l'absence du certain comme
hypothèse du possible. Ce qui ne me comprend m'exclut laissant à
la mouvance un texte sans nom qui me lie dans ses rythmes et me fait serviteur
d'une signature de renouveau. Au nouage de ce que je ne comprends, se laisse
tresser ce que qui ne me comprend, comme ce que ne se comprend mais qui, de ne
se comprendre, divise en continu la trame d'impensé où s'imagine
un jeu qui, dans l'éclair qui le dit, s'éprouve absence d'un je
qui le pense. lecture de GUY CIBLAC "Tengo
derecho, igual que Freud, a comunicarles mis sueños. Al contrario de los
de Freud, no están inspirados por el deseo de dormir, a mí me mueve
más bien el deseo de despertar" J. Lacan. A partir de esta cita, la
autora interrogando la posición del analista articula el deseo del analista
y la práctica clínica, viendo la transferencia como la puesta en
obra del inconsciente el hilo conductor. Se vale para ello, de la serie significante:
soportar - soporte. El sueño, en tanto guardián del despertar
o mejor dicho del deseo de despertar, le hace decir: "
cada día
despierto más a la idea de que la clínica psicoanalítica
es inviable si no tomamos el guante de un desafío a un re-despertar permanente,
ya que es caro0 a Morfeo enlazarnos una y otra vez en su sopor .[
] En la
clínica, es la irrupción de un real la que nos mueve a despertar"
. La metáfora de la puerta giratoria le permite ubicar la función
Deseo del Analista respecto a ese imposible de soportar de lo Real de la clínica
"
como un deseo que tuerce la inercia de esta tendencia, (se refiere
al rechazo de la contingencia, que nos pone a cubierto de la sorpresa, de la incertidumbre,
de lo inesperado y nos aporta una comodidad anodina que no ahorra cierto malestar
concomitante, o unas agudización del mismo como un retorno de ese resto
forcluído bajo la forma del letargo) es un deseo de despertar que no se
sobrepondría a este rechazo a enfrentar el riesgo de hacerse receptor de
un real, que irrumpe pulverizando toda comprensión intuitiva" . Le
interesa plantear la posición del analista frente al Imposible, con el
artificio de la bifurcación o doble dirección de la puerta giratoria
para pensar por un lado dos tipos de clínicas (una clínica de lo
posible y otra que preserve el estatuto de lo imposible) y por otro lado, fundamentalmente
para "subrayar ambas posiciones como inherentes a todo analista, ya que el
deseo del analista no es un deseo puro. No todo es 'deseo del analista' en el
analista" . Esto permite leer, que no se trata de una dirección o
la otra (o excluyente), sino que una no es sin la otra. La dirección a):
"la tendencia a ocluir el estatuto de lo imposible, ficcionalizando una clínica
de lo posible en la cual todo encajaría, en la que el analista no tiene
dudas acerca de su eficacia (condición de máximo adormecimiento)"
no es sin la dirección b): "la dirección contraria, sería
la de preservar el estatuto de lo imposible del la clínica, dicha preservación
actuaría como condición despabilante, que cual hilo de Ariadna nos
oriente, en medio de los inevitables enredos, en la vía del despertar,
a condición de estar advertidos que no hay condición, ni tal vía.
'El despertar es uno de los nombres de lo Real bajo su aspecto imposible' (J.
Lacan, Sem. 24). Imposible que acicatea desde su ser inasimilable" . A
esta clínica planteada como un real imposible de soportar, le hace soporte
el escrito, en tanto hace valer su estatuto de imposibilidad al no cesar nunca
de no escribirse. En el apartado Lo Real en la Escucha, a la autora le interesa
"
pensar los efectos de estas vacilaciones en la escucha y sus eclipsamientos
concomitantes" y se pregunta: ¿cómo se juega la aversión
del analista a la aparición de lo Real en la clínica, tanto bajo
sus modos de contingencia, como bajo su modo de imposible? Pregunta a la que
responde según mi parecer, insistiendo con la lógica de no es una
sin la otra, en una estructura de entre, de hiancia, entre Los sonidos del silencio
y Los molinos de tu pensamiento. Entre la evitación a ser incauto, a
quedar en una posición de abierto a la sorpresa, interceptando la asombrosidad,
refugiándose en un saber ya constituido, que se juega en una resistencia
a dejarse siderar en la escucha, envueltos en la seductora armonía de una
jerarquía tonal unificante, siendo el aliado privilegiado de estas resistencias
el Sentido [
] y la fuerza de lo 'contingente' capaz de remover la pesantez
cristalizante de lo 'necesario', las 'disonancias' que hacen estallar el Uno refugiado
en la guardia del sentido, el hacer vibrar desde la escucha la polifonía
yacente en el decir, silencia el discurso imperativo del Sentido, hace salir del
'yugo de la jerarquía tonal' que eclipsa la distonía de un real
allí en juego. Ese Real "
es justamente lo que ex-iste al Sentido,
este goce-sentido adormecedor y mortífero que se constituye en un perfecto
guardián (del sopor) que 'hace barrera' al paso de lo Real, neutralizando
sus efectos" . La escucha, entre la eclipse y el rayo. "El analista
precisa de efectuar una suspensión de Saber y un 'rasurar el sentido lo
máximo posible' para dejarse atravesar por el ayo que lo rasga, dando paso
a la aparición de la Letra camuflada en él mismo" . Esta operación
"
requiere de un Forzamiento, de un ir 'contra-naturaleza' para tocar
las puntas de ese Real, frente a lo que hace sentido [
] es ese real el que
permite desanudar la consistencia del síntoma, hecha de 'un nudo de significantes
[
] nudos que se constituyen para hacer cadena de la materia significante
[
] esas cadenas no son de sentido sino de goce-sentido' (J. Lacan en Televisión)
jouis - sens ----------- gozo-sentido j'ouis ------------------- yo-oí oui
---------------------- sí Se condensa en jouis-sens: Audio (si) gozo-sentido,
(mostrando su imperativo en el 'sí oigo') [
] Se hace necesario des-oír,
no-oír, el (sens) sentido, para sustraerse al poder hipnótico que
todo discurso contiene" . La autora interpreta parte de lo que Lacan nombra
como 'contra-naturaleza' del siguiente modo: "Es un des-oír para oír
lo inaudible, haciendo caer algo de ese goce portado en el sentido" . Cumpliendo
con la promesa de recuperar el tema del escrito (pag. 2) la autora dice: "
'Para hacer resonar ahí otra cosa' el analista se ve precisado de poetizar
su escucha, efectuando una lectura que resulta ser de escritura [
] En una
fina urdimbre en la que los hilos de I R S se cruzan, se anudan y desanudan en
sus diversas combinatorias, el analista cual artesano va tejiendo y destejiendo
Sentido, Sonido y Letra (atribuidos por Allouch a tres registros respectivamente)
a través de un paciente trabajo que separa, disloca sonido y sentido para
rearticularlos extrayendo la Letra portadora d goce, modificando las condiciones
del mismo. Leer con el escrito es desciframiento del descifrado incosciente a
través del cual Lalengua precipita en Letra. 'La Letra, únicamente
allí tenemos acceso a lo Real, Goce del Otro' (J. Lacan, La Tercera) imposible
en su inexistencia" . La autora "abreva en la poesía buscando
en ella la libertad que oriente desde su inspiración, un tratamiento de
Lalengua ( a la que se articula el saber del inconsciente) que la 'elastice',
la 'elongue' y recurre a Francisco Quevedo "un maestro de las Letras"
(como antes a un maestro del arte de combinar los sonidos: Debbusy. Concepto de
Polifonía). Quevedo debía, (para ganar una apuesta hecha a sus amigos)
decirle a la reina que ella era una renga. "El poeta se acerca a la reina
con un ramo de flores y le dice: 'Entre la Dalia y la Rosa su Majestad escoja'
(es-coja)" . Sin dejar de subrayar el entre que el verso escojido aporta,
leemos: "Quevedo con su bien-decir produce allí el S (Abarrado) nombrando
en forma velada 'lo que cojea' en el Otro, ahorrándose a través
del equívoco homofónico, de quedar en una posición de goce
sacrificial que sostiene la existencia del Otro, lo cual hubiera sucedido si se
exponía a ofender a la reina" . Para finalizar
hace su apuesta,
respondiendo a la pregunta que formulara en la página 2, en la que planteando
la función Deseo del Analista (1) como un deseo que tuerce la inercia,
(de la tendencia a la hipnosis, al adormecimiento) como un deseo de despertar,
interroga ese deseo de "a mí me mueve más bien el deseo de
despertar" con el que citando a Lacan comienza su trabajo. "¿En
qué se basa ese deseo? ¿Qué es lo que lo causa? ¿Podemos
pensar que es ese imposible de la clínica el que se torna en causa?"
Respuesta: "La enseñanza de Lacan hace transmisión de una capacidad
de interrogación perseverante y testaruda acerca de la posición
del analista, martillando sin tregua en aquellos lugares en los que la imposibilidad
se aloja, resistiendo a su cierre [
] Sostener esta interrogación,
bordeando una y otra vez lo que nos hace límite en nuestra clínica
[
] creo que es una manera de hacernos tributarios de ese imposible, que
como un motor vivificante, nos desencadena de tanto en tanto, un despertar"
. (1) Es interesante la extensión que hace respecto al Deseo del
analista-pose. "El deseo del analista no es un deseo puro. No-todo es 'deseo
del analista' en el analista. Calculo que esto no es ajeno al planteo de Lacan
acerca de que al pasar el pase no era de una vez y para siempre" (Ini, Cintia:
pag. 2) lecture de DORA GÓMEZ | |