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EL ANALISTA EN FORMACION
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El psicoanálisis es práctica de un discurso que pone en
acto una ética. En la contingencia de un análisis el analista
sostiene un semblant de a que llama a la letra como resto de la existencia
del inconciente.
Entre las cuestiones a las que abren estos enunciados, una de ellas es
la de la formación del analista como condición para el sostenimiento
de la práctica y del campo. Esta formación acontece en tiempos
y condiciones culturales determinadas, y me propongo considerar dos momentos
precisos marcados por dos textos: Pueden los legos ejercer el psicoanálisis?,
de S. Freud (1926) y la conferencia Del discurso psicoanalítico
dictada por J. Lacan en Milán (1972).
Por la situación que ese trabajo de Freud tiene en la historia
del movimiento psicoanalítico, sabemos que sus interlocutores no
fueron sólo los representantes de los estamentos universitarios
y judiciales de Viena, a quienes propone distinguir entre el curanderismo
y el ser lego. Es principalmente a los integrantes de las sociedades analíticas
a quienes va dirigido el mensaje.
El procedimiento freudiano recorta una de las líneas de resistencia
al psicoanálisis, la del saber médico, la del cuerpo que
hace el saber médico, otro cuerpo que el del psicoanálisis.
La polémica responde, como advierte Freud, a una situación
novedosa, pero el argumentador es demasiado prudente, olvida la novedad.
Cae bajo la represión del Otro? Es notoria la exclusión
de lo particularmente diferencial que adelanta el discurso analítico
respecto de otros discursos, que de deseo y de goce no quieren saber nada.
Freud se reserva dos nociones capitales de su teoría, la de más
allá... y la de pulsión de muerte. Podría ser una
razón del fracaso reconocido en el Epílogo?
Esto revierte como problema para la formación de los analistas,
conduce a que el psicoanálisis y los análisis en los que
se forman, se reduzcan a un pobre saber, peor que el universitario, religioso
y dogmático. Si el goce no es situado y trabajado en cuanto sus
efectos conciernen al hablante es reprimido por el discurso Amo, y retorna
en síntomas. Entre éstos, la institución analítica
y la psicologización o medicalización del psicoanálisis.
El enfermo, que comparte todos los prejuicios de su (agrego: nuestro)
medio, no tiene por qué darnos más crédito que nuestros
críticos científicos. (S. Freud.).
Qué es ejercer el psicoanálisis en un después que
pretendo puntuar: después con Lacan y con Foucault, que proponen,
desde distintos lugares, recursos que convienen para actualizar el tratamiento
del problema.
La realidad capitalista, construida sobre el sujeto capitalista, se halla
en buena relación con la ciencia y la técnica y los discursos
en los que se sostiene su saber (médico, psicológico, económico,
político), "cómplices" del discurso Amo en el
rechazo de esa verdad conflictiva que es la castración.
La plusvalía es la forma que toma la causa del deseo en la extensión.
La mercancía producida no facilita un goce que podría detener
la producción, ni clausura el lugar de la causa que la economía
capitalista de principios de siglo mantenía como señuelo
ideal. La expansión imperialista es su forma histórica;
más allá de alguna frontera se encontrará la causa
del deseo.
La articulación capitalista ...tiene su raíz en el discurso
Amo. (Sem. 18).
El discurso Amo sostiene el ser en relación con la acumulación
(de saber, de mercancías, de ganancias, de goce) siempre por completarse,
como lo evoca Lacan:...continuen trabajando, que el trabajo no se detenga.
En caso alguno es ocasión para manifestar el deseo. Los deseos...que
esperen. (Sem. 7). El saber médico-psicológico se acomodaba
muy bien a esa espera.
Cada momento histórico plantea diferentes estrategias para velar
y revelar la falta
Nuestro discurso Amo de turno (fin de siglo y de milenio, fin de las ideologías,
nuevas formas del malestar en la cultura, nuevas patologías, avances
de la ciencia, etc.) toma otras características, ha sufrido una
mutación que en principio Lacan propone como un estilo capitalista
(Sem. 17) y que prosigue en el forjar una escritura diferenciada de un
discurso capitalista.
Y si el ser se define por el consumo y no por la acumulación? Si
hay, y no puede ocurrir que no haya desde el momento en que se habla (o
desde que se entra en el sistema de producción), una verdad conflictiva
que escapa al sujeto, no es el mismo destino el de esa verdad si se propone
un sujeto que podrá alcanzar el objeto en un por-venir, que si
se propone un objeto que ES ESO. Incesto realizado, en términos
del viejo Complejo de Edipo. Objeto al cual pegarse el que habla. Consumo
de cualquiera de los objetos producidos por el discurso (drogas, acciones,
nombres, cosas materiales).
Si el sujeto es el estilo del Otro al que se dirige, el capitalista de
hoy parece diferenciarse como Otro del amo moderno, aquél que podía
sostenerse en un mandato de trabajar dejando los deseos para un después.
Lógica de la desmentida que sustituye a la de la represión?
Una variación en lo simbólico que produce un real imaginarizable
de otra manera?
Es que el objeto-ideal ha llegado, lo tenemos disponible para usarlo,
el producto de la industria logra simular e imitar un plus-gozar inimitable?
Hace la ilusión de no negativizar el lugar de la causa? Será
ésta la trama de nuestros prejuicios, los del presente, los que
Lacan avizoraba en tiempos que ya eran de crisis cultural y de valores?
Si el Otro cambia su estofa, el hablante es modificado, queda escrito
de otro modo. Justamente el "estilo" refiere a la manera o arte
de escribir, relativo al uso del instrumento-punzón para escribir.
El estilo resulta ser la marca del Otro, la marca de su operación.
Podríamos suponer un estilo regido por la Verleugnung?
La propuesta del discurso capitalista se pone fuera de la regla de composición
de los cuatro discursos. Acaso Lacan nos pone ante la crisis de los cuatro
discursos, armónicamente sostenidos entre sí, en inestable
equilibrio, con la dominante del S1 y de su envers, el plus-gozar?
Lo que propone como discurso capitalista sale del marco en el que tiene
su lugar el discurso analítico? El Otro de nuestra época
qué dificultades novedosas plantea a la práctica del psicoanálisis,
y en primer lugar a la formación de los analistas?
Oportunidad para reafirmar una ética que rectifique el conjunto
de los efectos de los discursos científico-tecnológicos.
Alberto G. Marticorena. Buenos Aires, septiembre 2000.
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