LO INTEMPESTIVO

MARTEL Bernard


El descubrimiento del inconsciente por Freud resulta de un fenómemono banal en cuanto a su trayecto, que no es otro que el del encuentro, en el sentido en el cual encontramos algo que aparece en el medio de un bosque, algo con lo cual nos tropezamos. De entrada esta dimensión de sorpresa existe y Lacan dirá que es "aquello por lo cual el sujeto se siente desbordado, por lo cual encuentra a la vez más y menos de lo que esperaba". Freud descubre entonces el inconsciente no simplemente en el sentido por el cual es el inventor teórico, pero también en el sentido en el cual él lo encontró y eso lo perturbó! Algo se manifestó y se impuso a él, al modo de un evento. Un evento es lo que se manifesta a ciertos momentos. Es aún más paradójico concerniente el incosnciente ya que al mismo tiempo es aquello a lo cual, por definición, no tenemos acceso. Pero no se tiene acceso de ese modo muy particular de aquello que sin embargo viene a importunarnos y revelarse en el hecho de venir a perturbarnos en ciertos momentos.
Lo que predomina en la construcción freudiana del inconsciente tal como Freud lo introdujo, es, primero, su aspecto causal. Que el inconsciente sea entendido como una causa significa que hay algo "que no funciona" ["qui "cloche""], como por ejemplo el hecho de efectuar de modo repetitivo un acto fallido sin razón particular, lo que va a dar a pensar que tiene que haber una causa, y esta causa la pondremos del lado del inconsciente. (Se sobreentinde que las causas no son las razones). Entonces, lo que llama la atención en la epistemología freudiana es que sea antes que nada causal. Por otro lado, a ciertas ocasiones, Freud se refiere a Kant para explicarnos que es como si fuera "la cosa-en-sí" que tendría efectos al nivel del fenómeno, pero que no tendríamos acceso a "la cosa-en-sí".
Podríamos pensar que hay algo allí de demodé, y que Lacan va a barrer todo esto con un gesto de la mano, ya que después de todo, si estudiamos los significantes en su relación y su funcionamiento con respecto al sujeto desde un punto de vista estructural, este aspecto causal releva de una epistemología arcaica y obsoleta del psicoanálisis. Y sin embargo, nada de eso! Porque Lacan, más allá de una noción de causalidad simplemente percibida como objetivante, ve allí un misterio. Que el inconsciente sea determinado por una estructura causal es precisamente en lo que persiste como enigmático y para preservar la substancia de este enigma, es mejor no resorberlo inmediatamente en un effecto de estructura. En la causalidad hay una falla: que las fases de la luna sean la causa de las mareas, lo constatamos pero en la correlación hay algo que no entendemos; no vemos cómo pasamos de un término al otro! La causalidad nos obliga a pasar del otro lado, de cierto modo, con la dimensión un tanto vertiginosa que tiene un tal paso; la dimensión problemática que puede tener el lazo de un plano al otro.
Para pensar el incosnciente, estamos obligados a efectuar una especie de salto teórico que consiste en decirse que si hay algo que no vemos de donde viene y que surge en nosotros, tenemos que pasar del otro lado y decirnos que si llegamos a pasar del otro lado debe haber seguramente otra cosa que lo causa. La opacidad del lazo causal nos autoriza a considerar que nunca el fenómeno conciente será del mismo plano que el fenómeno inconsciente. Siempre existirá una ruptura en el lazo entre un plano y el otro. Esta falla de la causalidad la encontramos en Freud en la noción de inconciente en la especie de esta determinación, bastante particular, a menudo descuidada, que es que el inconciente emerge exactamente en el punto en cual hay algo de no realizado. Hay entonces como una falta de lo real y, la paradoja es, que precisamente es allí que vamos a encontrar lo real. El inconciente es lo que se encuentra en esta experiencia de la falta en el punto en el cual se situa el problema de lo no-realizado. Lo que hace que sea una experiencia en todo sentido singular que se opone a la experiencia inmediata conciente quien no se despliega bajo el modo de lo no-realizado.
Entoces la pregunta es: ¿de qué modo el funcionamiento del inconsciente se manifesta? Lacan nos dirá que hay algo de absolutamente remarcable y que es que el modo por el cual el inconciente funciona se manifesta siempre bajo el modo del surgimiento, y señala como siendo los lugares de la experiencia el sueño, el lapsus, el acto fallido, el chiste; siempre la misma constante, lo que surge; lo que golpea; lo que nos sucede, en el sentido en que nos cae sobre la cabeza. Entonces lo que es característico es el hecho que este funcionamiento es siempre lo que adviene en mí bajo el modo del tropiezo, exactamente como cuando tropiezo con una piedra y trastabillo.
En esta idea de emergencia hay, por un lado la idea, evidentemente, de algo escondido que se revela, pero lo que es interesante, es que la insistencia de Lacan no apunta tanto sobre eso, sino sobre la fugacidad de la aparición del inconciente, su titilar que es en el fondo la dimensión concreta fenomenológica de lo que podríamos llamar la alteridad del inconciente. El inconciente es el Otro; otra cosa demanda a realizarse, otra cosa se manifesta.
Solamente esta alteridad que se manifesta es como aquella de otra conciencia, y Lacan insiste mucho sobre este tema, ya que a la vez es evidente que el inconciente no es una conciencia, pero al mismo tiempo no es menos cierto que lo que hace la fuerza del tema del inconciente en Freud, es que él le da todas las características de la conciencia, pero como a otra conciencia en nosotros. Lo importante evidentemente es que ella es Otra, al punto de no poder concebirla mas que como completamente extranjera a la conciencia, sino el inconciente sería otro aspecto de la conciencia, otra cara como relación que ella tendría a sí misma, como lo es en Sartre la noción de "mala fe". Lo que Lacan resalta es sobre todo este desdoblamiento.
Lo que es sorprendente es que yo pueda tener un uso de mi voluntad que es diferente que el uso responsabilizador que es el que tiene que ver con la voluntad conciente. Lo que es inquietante es que es cierto que a un cierto nivel yo pueda querer que lo que yo quiero explícitamente. Lo que es entonces desconcertante, es que es el hecho que todas las actividades que habitualmente prestamos a la conciencia puedan escaparnos, puedan tener lugar en nosotros, pero a un nivel que no es ése en el cual ellas se acuerdan explícitamente a nosotros.
Todo esto se ha vuelto banal, pero es a partir de allí que Lacan va a desembocar sobre una reflexión del carácter simbólico del inconciente, ya que lo que hace la dimensión revolucionaria del inconciente freudiano es precisamente esta idea de un nivel de estructuración simbólica de la existencia humana que es un nivel más profundo del nivel conciente de simbolización. Es eso mismo el aspecto de alteridad del inconciente. Pero lo que es interesante también es su complemento, la aparición. Lo que puede paracer extraño ya que el inconciente por definición es lo que no aparece!
Lacan subraya que esta alteridad se expresa en una modalidad de aparecer que es aquella del surgimiento en la dimensión del tiempo. Hay una temporalidad del inconciente, no solamente en el sentido por el cual el inconciente es intemporal, pero también hay una temporalidad específica que pertenece al inconciente. Es lo que Lacan llama "una extraña temporalidad". Podríamos pensar que el inconciente es el pasado y lo que sería desorientador en tal o cual momento en el cual el inconciente se deja entrever, sería la emergencia de tal o cual fragmento de mi pasado. Pero no se trataría en el fondo más que de una extrañeza de mi memoria. En realidad es algo más radical, ya que no es cualquier pasado, y la dimensión la cual él se revela no es por otro lado específicamente del pasado; sería más vale aquella que yo llamaría lo intempestivo; el hecho de que bruscamente algo aparezca y que no vemos bien qué es lo que hace en esa serie temporal. Es eso mismo el titilar temporal del inconciente; ese modo que nuestra temporalidad tiene de ser parasitada literalmente por algo como otra temporalidad. Lacan va a emplear a este propósito la categoía de "discontinuidad". Va a decir "la discontinuidad, tal es la forma esencial de aparición del inconciente como fenómeno".
Todo esto va conducir a Lacan a una tesis sobre el carácter no ontológico del inconciente. "Ontológicamente, nos dice Lacan, el inconciente es lo evasivo". Eso significa entonces que es algo que está entre lo que es, pero que él mismo no es. ¿Entonces adonde está? Está en el titilar que aparece en lo que es. Y Lacan declara: " El estatuto del inconciente, que yo les digo tan frágil sobre el plano ontológico, es ético".
Lo que él nos dice finalmente es que el inconciente es siempre un descubrimiento en el sentido por el cual no está en ningún otro lado que en el lugar de su descubrimiento. El inconciente reside en el hecho de encontrarlo, el inconciente está en esta relación ética; está en el hecho que hay algo del Otro. Pero bien, hay algo del Otro, para decirlo simplemente, cuando alguien habla con alguien, con esta dimensión marcada por el signo del engaño.
Llegado este punto, Lacan hace un paralelo entre los modos de proceder de Descartes y de Freud. En Descartes, el "cógito" en tanto que certitud, es decir en tanto que verdad subjetiva, no se asegura más que de la exacta medida de un "dúbito". El "cógito" no es mas que un "dúbito" invertido. Es en donde yo dudo que algo se abre; a saber el hecho que pienso. El "cógito" no es una tesis teórica, es una experiencia; algo que aparece; y lo que yo veo es mí-mismo como ser pensante. Y bien, de modo rigurosamente análogo, Freud dirá que es en la duda con relación al sueño que algo se descubre; que el sueño deviene precisamente la experiencia de algo que se abre a mí: el inconciente. Lacan dice que es en las dudas mismas de Freud que va a nacer para él el encuentro.
Lo que Lacan retiene de Descartes es esta estructura del Otro quien en Descartes toma la figura famosa del dios engañador. Este Otro no puede ser verdaderamente una garantía por que este Otro es justamente a la medida de mi incertitud. Eso sería el mensaje del psicoanálisis tal como lo promueve Lacan. Descartes partió, no del sujeto como realidad en sí, hipostasiado; partió del sujeto como sujeto de la certitud y por lo tanto también de la duda. La pregunta de Descartes es: ¿De qué podemos estar seguros? Pero si miramos la Interpretación de Sueños, Freud se situa exactamente al mismo nivel. Para decir las cosas de otro modo, podríamos decir que la certitud es algo de eminente y de insoportablemente subjetivo ya que no hay otra garantía que su propia certitud. Es lo que introduce la dimensión de inseguridad en la certitud misma.
Para concluir, este mensaje podríamos formularlo así: "Tu te descubres en el punto mismo en el cual eres aniquilado; en el punto mismo en el cual tú no te sabes ya que es en ése punto en el cual no puede saberte que tú eres, y que tú te descubres en la falla con relación a tí mismo encontrando esta dimensión que es la del Otro".

Miembro de "Psychanalyse Actuelle".
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