INSOMNIO

KOVALOVSKY Pablo


Las dos funciones del sueño, realización de deseos y protección del dormir tuvieron destinos divergentes en Freud.
Es solo a partir de la introducción del narcicismo en 1914, donde desarrolla la estructura imaginaria del yo que aparecen algunas de las consecuencias clínicas de esta diferencia. Un año después, en su "Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños" anunciará el abordaje de estados afectivos como el duelo y el enamoramiento(no dice allí significativamente "melancolía") así como del dormir como estado y el soñar como fenómeno.
"No suele reflexionarse", escribe, "en que el hombre depone (ablegen) todas las noches los envoltorios con los que ha recubierto su piel, y aun, tal vez de los complementos de sus órganos corporales, si es que ha logrado compensar sus deficiencias con un sustituto : las gafas , la peluca , los dientes postizos. Cabría agregar que al irse a dormir ejecuta un desvestido análogo de su psiquismo, renuncia a la mayoría de sus adquisiciones psíquicas, y así, por ambos lados, recrea una aproximación extraordinaria a aquella situación que fue el punto de partida de su desarrollo vital".
La desnudez del dormir y la paz del aislamiento de los estímulos del mundo exterior a la que llama "narcisismo primitivo" concurren con la tendencia al grado cero de deseo, al Nirvana. En el horizonte de una formación imaginaria sitúa lo imposible del Goce absoluto en los confines del horror.
El llamado "deseo de dormir" es definido ahora como una pasión : "no querer saber nada del mundo exterior". (will nichts von der Aussenwelt wissen).
El sueño, se afirma como perturbador del dormir, el deseo al realizarse en él, se "hace saber". La extrañeza que conlleva se produce por el efecto de quiebre de la perspectiva escénica que supone una vacilación de la estructura del fantasma. En el sueño la mirada "se muestra" y nos inquieta, mientras que el "yo" aparece multiplicado, diseminado en todas partes y en ninguna a la vez.
La función de la elaboración secundaria, en el borde del sueño, vela para que el sueño prosiga y prolongue el estado de dormir. Si el sueño "es un despertar que comienza", la elaboración secundaria lo hace inteligible, lo pone en escena otorgándole una fachada, integra frases y locuciones y aprovecha las que desde la vigilia están "ya listas" para ser usadas, "pret a porter" dirá Lacan de ellas. El yo del soñante se hace presente bajo la forma de la negación: "no es mas que un sueño" que le procura a la extrañeza de la imagen onírica una puesta en escena donde la perspectiva es restituida y la indeterminación disuelta. En el borde del sueño, la negación es el correlato del shifter que anuda el acontecimiento a su legibilidad. Vale decir que no solo lo hace legible sino que le otorga el marco para que el sueño advenga.
El humor de Heine le sirvió a Freud para describirla. La comparó el "insomne filósofo" :"Con su gorro de dormir y jirones de su bata tapona los agujeros del edificio universal" y dirá de esa elaboración secundaria : "con retazos y harapos tapa las lagunas en el edificio del sueño".
Si la inminencia de la angustia por la posibilidad del cumplimiento del deseo interrumpe sueño y dormir a la vez, la elaboración secundaria los separa provocando un primer despertar aún dentro del dormir.

Clínica del insomnio

La abertura temporal introducida entre sueño y dormir, es el índice del goce suspendido que sostiene la escena onírica. Economía del goce que articulada a la introducción de lo imaginario del narcisismo interroga a Freud por una clínica del insomnio. Hasta ese momento solo estaba adjayente a las neurosis actuales como exceso tóxico de excitaciones.
Se puede extraer de lo dicho que en ausencia de ese yo que localiza el sueño por la negación ("no es mas que un sueño") o en el caso en el cual el yo no emita la señal de la angustia para el sujeto, no se producirá el despertar por un déficit de la función imaginaria del yo. La indeterminación y la extrañeza persistirán por la falta de delimitación de la escena onírica que tiene su correlato en el cuerpo. Nos encontraremos con la pesadilla en la que no hay ni despertar del sueño ni interrupción del dormir. Enmarcada en el Goce del Otro mas allá de la subjetivación de la angustia en función del deseo del Otro revela ese efecto de "locura" característico de diversos cuadros clínicos que coexisten con el insomnio.
A renglón seguido Freud delineará las relaciones entre la melancolía y el insomnio. El narcisismo exacerbado o su déficit lo explica. Allí donde no se puede deponer el objeto al que el yo está ligado, como suplemento corpóreo o vestidura, le corresponde en la melancolía una retención equivalente donde el guardián insomne es el superyo. También nos hablará en 1915 de la hipocondría. Es sabido que a la pasión del "no querer saber nada del mundo exterior" que le atribuye al durmiente, pasión de la ignorancia, para la hipocondría se convalida un "solo querer saber" que se atosiga en esa exterioridad incesante e indeterminada con la que el cuerpo se advierte en el insomnio.
La relación del hipnotizado con el hipnotizador que Freud compara a la de la madre dormida con respecto al llanto de su niño representa esa parte irremediablemente despierta en todo dormir. Lo absoluto del dormir es resuelto por lo excepcional, y en este caso como un estar despierto para un único objeto.
El autoreproche del melancólico, es consecuente a su déficit imaginario en el reconocimiento de sí, único rasgo que Freud sitúa como diferencial para con el duelo. Su instancia crítica insomne martiriza a su yo en forma salvaje e incesante. El hipnotizador albergará sobre sí la función vigilante del superyó. Adquiere el poder del objeto que soporta la tiranía de la pulsión al hacerla coincidir con el Ideal del yo.
En "Psicología de las masas" Freud advierte en la raíz del fenómeno pasional del enamoramiento (que anticipó significativamente en 1915 junto al duelo) esta conjunción homóloga a la hipnosis que puede ser ejercida por encantamiento o por el terror.
Hay en el dormir un lugar que está despierto, y estará habitado o por el deseo realizado en el sueño o por el fantasma del hipnotizador.
Freud advirtió desde un comienzo que el hipnotizador localizaba y le daba una frontera fija a esa parte despierta del dormir de modo tal que impide que el sujeto quede a merced del Goce absoluto del narcisismo primario. Conjunción del máximo goce y del horror imaginario, incestuoso, del retorno al seno materno.
Cabe interrogar la posición del analista en determinadas estructuras o en momentos de la cura donde por faltar el recorte imaginario de la escena onírica la pesadilla del insomnio aparece.
El pasaje desde la pantalla del fantasma a la del sueño implica la balización imaginaria de un objeto o un lugar como soporte desde donde el yo se recorta. Es ese yo que dirá luego "no es mas que un sueño". La equivalencia entre insomnio, pesadilla, melancolía e hipocondría supone una posición en la cura por parte del analista que abre la escena de la asociación libre ya que la hipnosis tapona la posibilidad misma del soñar o del jugar.