Lo inscribo en: El inconsciente como exceso entre mito y lógica.
El fantasma, el inconsciente estructurado como un lenguaje y el lugar del analista

JOZAMI Adelfa


axiomática. Esto es, es punto de partida, a diferencia del acontecimiento que es punto de partida de una nueva significación, el axioma fantasmático es punto de partida del deseo, pero por estructura, no da lugar a lo nuevo.
No hay dudas que la necesidad de incluir las conceptualizaciones acerca del fantasma surgieron desde el interior mismo de la transferencia. En tanto el inconsciente siempre resta, su análisis es interminable. Dirigir el análisis hacia su finalización implica al fantasma. Su construcción y consecuente atravesamiento.
Lacan ha trabajado el lugar del analista a través del concepto de transferencia, recordemos: en qué posición está el analizante cuando demanda análisis y en qué lugar está el analista para responder convenientemente. Partíamos de un malentendido básico entre lo que el paciente le demandaba al analista ( Sujeto Supuesto al Saber) y desde donde él respondía. Este malentendido básico nos adelanta aquello de que "no hay relación sexual". Es decir no hay proporción, en este caso, entre lo que se demanda y la respuesta.
La resistencia vuelve a darnos un empujón, si lo reprimido retorna, llevando el análisis por éstos caminos, los de la lógica significante, el sujeto reencontrándose con parte del saber que lo constituye accedería a algo de la verdad, esto le facilitaría un saber hacer, le daría la libertad suficiente como para hacer su vida mas satisfactoria. Sin embargo luego de dar algunas vueltas, el analizante solía situarse en el mismo lugar. Algo respondía a otra lógica. Aquí Lacan incluye un nuevo lugar para el analista: el de objeto a, simultáneamente con sus conceptualizaciones acerca del fantasma y el semblante.
El lugar del analista en la construcción del fantasma
El analista está siempre en el interior de la estructura haciendo posible tanto la construcción como el atravesamiento del fantasma. Construcción y atravesamiento van juntos, en tanto la primera implica que en transferencia se consigue poner palabras a aquello que no lo tiene, produciendo allí un sujeto, que como tal pasa a responder a la lógica significante. Por lo tanto esto hace posible su atravesamiento. En el análisis se construye ese segundo lugar que encontramos en "pegan a un niño", en donde el sujeto se incluye en la escena, cuando el sujeto se incluye, pasamos a la lógica del significante, que como tal facilita el desplazamiento y la metáfora, esto es, el deseo que busca otros modos de sostén, y la posibilidad de nuevas metáforas del sujeto.
Habiendo situado la cuestión de: para qué construir en el análisis algo que luego debemos atravesar, diciendo que construir implica hacerlo atravesable. Podemos pasar a una pregunta que surgió en algunos testimonios acerca de: Si la realidad del sujeto, su fantasmática, no le facilita el acceso a lo real, de lo cual derivamos que ha fallado su constitución fantasmática, ¿cuál es la posición del analista en la dirección de la cura?. No se trataría de una construcción, tal como lo veníamos viendo, la que estrictamente se trata de una reconstrucción, el doble bucle. En donde se concreta una inscripción que da lugar, en el acto, a un sujeto.
El testimonio que me ha ayudado a pensar esta cuestión, es el que S. Szhuman presentó ante el público del Seminario "La clínica entre el testimonio y el concepto". Allí se presentó a una paciente, cuya pérdida de realidad le hacía casi imposible su relación con pares, el ejercicio de su profesión, era odontóloga, en síntesis se le hacía imposible la vida. Me interesa señalar aquí, como lo hizo Freud, la diferencia entre la pérdida de realidad para la neurosis, que sería el fantasma, la realidad como pérdida, y la pérdida de realidad de la psicosis, que comporta la falta de velo.
La pregunta surgía clara, ¿a qué se prestaba el analista?¿, ¿Cómo qué se ofrecía?. No como semblante sino como soporte especular, en un primer tiempo y como ideal del yo en un segundo momento.
No-yo de la gramática (ello), no-yo del inconsciente
Mientras el no-yo del inconsciente está representado por un vacío donde se produce el juego lógico del significar, el no-yo de la gramática gira alrededor del objeto donde podemos reconocer la instancia de la castración.
¿Debemos reconocer en la clínica, cuando un decir proviene de una formación del inconsciente o cuándo lo hace de la gramática fantasmática?. En tanto la gramática del fantasma es un axioma, punto de partida de un decir, siempre llegaremos a él luego de recorrer los caminos que nos traza el significante. Todos los caminos conducen a Roma, en éste caso Roma es el fantasma, y los caminos son las vueltas que damos a su alrededor para que, como dice Lacan, lo esencial sea saber de qué manera el sujeto puede articular esa escena en significantes, es decir, verificarla en todo su ser y por su síntoma. Pero aclaremos, no hay lo verdadero de lo verdadero, no vamos a llegar a ninguna escena verdadera, ya que el único modo de decirla es con una metáfora, la cual engendra un significado falso. Lo que podremos encontrar es el montaje escénico a partir del cual el sujeto, aliviando el horror de la falta de objeto, se posiciona o lee la realidad.
Una paciente relata en una sesión, que estaba bañando a su pequeña hija y sorpresivamente se corta la luz, simultáneamente el marido esta realizando un trabajo eléctrico por lo que se había producido el cortocircuito; sorprendida y asustada por el irruptivo corte de luz, la paciente dice: "Ahí está el borracho de tu padre". Lo dice en voz alta, el marido la escucha y como es de esperar se produce una situación muy desagradable. Ella relata que esa frase le salió como con otra voz, nunca hubiera querido decir eso, no se reconoce allí. El transcurso del análisis fue conduciendo a una escena repetida, en la que ella dormía plácidamente con su madre y sorpresivamente se prendían las luces y aparecía el padre, borracho. La irrupción del padre no solo interfería su relación con la madre, sino que terminaba en escenas violentas en las que ella recuerda que tenía que mediar.
Uno de los elementos que conforman la escena fantasmática, es la triangularidad. Esto alude a la escena edípica, por lo que también hay en la escena un componente sexual. En éste caso, la escena violenta consistía en que el padre quería forzar a la madre a tener relaciones sexuales frente a la vista de sus hijos. Otro elemento es la mirada, la que en éste caso estaba del lado de ella.
¿En qué podía verificar que la gramática de ésta escena sostenía el deseo en ésta paciente? -no olvidemos que deseo y realidad forman parte de la misma superficie -. Ella es bailarina y profesora de educación física. Mientras las cosas pasaban entre ella y el espejo todo estaba bien. Cuando tubo una pareja, incluido su actual marido, la tomaba una irracional celotipia. Con el tiempo pudo reconocer su goce frente a la escena de su marido con otra, y confesó que solo podía gozar sexualmente si se imaginaba que era otra. Su goce estaba en la mirada. Esto respecto a lo estrictamente sexual; con respecto al marido como padre, le llevó mucho tiempo no tomar toda intervención de su marido como una irrupción violenta. Cabe señalar que su marido era un alcohólico recuperado, recuperación en la que ella tubo mucho que ver.
El trabajo analítico, como decíamos, recorriendo los caminos significantes, nos va llevando, - y en esto el sueño es una verdadera vía regia -, a la reproducción de ésta escena, que reiteremos, no tiene el carácter de escena traumática (lo verdadero de lo verdadero) sino de montaje. En este caso, una situación de su cotidianeidad, nos acerca puntas para construir ésta escena. En otros casos el "acting" nos provee de una ayuda en este montaje, cuando algo no puede ser escuchado ya sea porque el fantasma del analista le hace obstáculo, o por cualquier otro motivo por el que no pueda hacerse "decir".
Aquí también es oportuno situar la cuestión de la satisfacción o el goce en el fantasma. El goce está ligado a la repetición de la escena.
Habíamos partido de: "no hay relación sexual", ¿dónde se funda entonces mi ser como ser sexuado, mi existencia como tal si no es en el Otro?, ese lugar que me piensa.
Podría decir que el llamado al Otro que proviene del inconsciente busca saber. El sujeto en el análisis dirige su decir al Otro como SSS. Pero el fantasma, en tanto axioma, no se dirige al Otro, tiene significación de verdad.
El trabajo del analista es deducir los enunciados contenidos en el axioma. ¿Qué implicaría aquí al analista en el lugar del semblante?. No oponer un pensamiento al decir del analizante, decir que irá construyendo estos enunciados.
Decíamos con Lacan que lo que en el discurso no es yo, es el fantasma, en tanto montaje gramatical donde se ordena el destino de la pulsión. Por esto no hay modo de que el yo se relacione con el mundo, que hacerlo pasar por esta gramática, donde el Yo está ausente, esto es la realidad. Cuando el sujeto como Yo se incluye en el análisis esta "realidad" verdadera, pierde efectividad.
Nos queda una pregunta. La marca de la castración, como decíamos, punto de partida del fantasma, es ese uno en mas que permite el cierre por su inscripción de lo que de otro modo sería infinito, el sujeto no está en el origen, surge como efecto de la articulación significante. Si un significante en el análisis hace surgir un sujeto allí donde no estaba, hablamos de acto, el sujeto del acto. Esto modifica su realidad? Esto representaría un nuevo axioma.
Volvamos al punto del referente, ¿hay alguna escena verdadera en el origen del fantasma?. Se trata de una construcción del tipo de los recuerdos encubridores, una escena reconocible se presta a lo que no es reconocible. Promoviendo el montaje de lo simbólico y lo imaginario.
El fantasma se produce a raíz de la negación de la castración; siempre que se entregue al juego de la represión. Si por el contrario forcluye la marca de la castración, no hiciese falta (estructuralmente hablando) la construcción del fantasma, ya que habría universo del discurso, el sujeto se las arregla con el lenguaje para relacionarse con el mundo de un modo omnipotente, como en el caso de Silvia. Donde el menor indicio de falta era una catástrofe.
Si por el contrario se entrega a los efectos de la represión, verá surgir en su discurso, significantes que no son yo; portadores entonces de la verdad de que no hay saber sobre el sexo. Aquí es donde el analista trabaja especialmente, en tanto la lógica del significante es la que permite oradar el concepto de realidad que habita cada sujeto. Como dice Lacan, el significante engendra lo que no está allí, esto es el sujeto. Esta es la falta primordial.
El sujeto que surge del acto, identificado a un significante y representando al objeto, ¿implica un nuevo axioma?. Lo que me lleva a la pregunta que se hace Lacan en L'Insu. ¿A que se identifica el sujeto al fin del análisis?.
Intentaré alguna vuelta en torno a esto.
El fantasma tiene significación de verdad, es decir que funciona como verdad axiomática para el sujeto, él parte de ahí. El analista como semblante de a, instituye el lugar donde la interpretación como verdad vendrá a inscribirse.
La clave está en ubicar la verdad como lugar. Lugar que aloja la falta de saber acerca de la diferencia de los sexos. Si la verdad es la escena, tenemos la teoría del trauma. Este es uno de los fantasmas del psicoanálisis.
La verdad es el lugar que llega a montarse en una escena, de la que el sujeto está excluido y con la que soporta su deseo y organiza su pensamiento. El proceso de vaciado de la significación de verdad en el análisis nos lleva a otra relación con la verdad. Se la puede esperar, en tanto habla y no necesita decir lo verdadero de lo verdadero. Que se la pueda esperar lleva al sujeto a no precisar velar el no-pienso con un, dice Lacan: "piensa cosas". El vacío que da lugar a la verdad, suele ser llenado con éste piensa cosas o con las pasiones del ser.
El modo de hacer con éste vacío, éste saber hacer que dejará a la verdad hablar, promoviendo nuevos decires. ¿Qué identificación implica?.
Otra cuestión: La lógica de la díada entre uno y Otro es la del fantasma, esto produce un objeto "a" como causa en tanto ofrece una proporción donde no la hay. El goce aquí, está prisionero del lugar del objeto en el fantasma. Qué ocurre con el goce al final del análisis. La sublimación, que implica la producción de un "a" y por tanto satisfacción = goce,¿ está fuera del fantasma?

ADELFA JOZAMI
Mayo del 2000