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CALVO Celia
"...aprendemos que el psicoanálisis consiste en pulsar sobre
los múltiples pentagramas de la partitura que la palabra constituye
en los registros del lenguaje." J. Lacan en Función y campo...
Por algunas razones que intentaré esbozar, decidí exponer
a través del recorte clínico de un análisis llevado
adelante hace algunos años atrás, algunas cuestiones relativas
a la cura, intentando desplegar la marcha de algunas teorizaciones allí
donde la operatoria analítica así lo permitió. Si
la cura designa el psicoanálisis en acto, será en la sumación
bajo transferencia de los distintos momentos, sesión a sesión,
en donde su dirección se ordena. Allí donde el sujeto persiste
en la posición en que su goce lo sitúa, el analista ofrece
la posibilidad de variación, un modo de franquear ese lugar. La
cura es entonces un recorrido que se ordena en proceso. Tal la propuesta
de Lacan para situar el horizonte en el que le fue dado a Freud los descubrimientos
fundamentales. Se trata de permitir, la emergencia de eso que es instituyente
de eso que permite la rotación discursiva.
Si bien es difícil dar cuenta de un análisis porque hay
en su transcurso una pérdida radical, arriesgo , eligiendo algunas
secuencias que me parecen significativas, al sostener que algo ha operado
allí, intentando matematizarla y orientando el recorte.
N. tiene alrededor de 30 años cuando viene a mi consulta, aquejada
de bulimia y pidiendo desesperada-
Mente que no la deje vomitar, porque si lo hace, se mata. Extranjera,
música, conoce a un compositor de música clásica,
que estaba en gira en su país natal, de quien se enamora, viene
a Uruguay, y al tiempo se casa. Sus atracones y vómitos que datan
de su adolescencia la llevan a recurrir a una institución que se
ocupa de estos "trastornos alimentarios". Esta experiencia que
duró alrededor de un año implicó "soportar horrores",
como tener prohibido mirarse en los espejos (todos ellos tapados en su
casa),candados en su heladera y placares, no poder elegir su ropa ni obviamente,
determinar las porciones de su comida.
Enloquecida por esta situación, sintiéndose sin salida,
en un acto impensado cuando iba en camino hacia esta institución,
tira su auto contra un camión, en un accidente calificado por ella
de suicidario. Es en este momento que decide llamarme para ver si podía
ser escuchada.
El problema del tiempo está puesto allí desde el inicio,
en la urgencia en que despliega reiteradamente su pedido inicial. De esta
primera época voy a puntuar algunos elementos. Una gran desconfianza
en creer que "podría curarla" entre otras cosas porque
era mujer. Y ella desconfía de las mujeres, con quienes habitual-mente
tiene problemas. Algunos hechos sitúan las coordenadas transferenciales
que habilitan al trabajo analítico. N. pasa su tiempo en la angustia
de "fallarle" a la institución. A pesar de haberse retirado
de allí, sigue atada al decálogo (en realidad eran 40 reglas)
y teme no cumplir "exactamente"con el programa de dietas y horarios
estrictos establecidos. Así me llama desbordada por haberse dado
un atracón con agua. Tomó dos vasos de agua fuera de las
horas señaladas. Y aparece entonces el terror a vomitar otra vez.
Su discurso me confrontaba a habilitarla en el deseo, al mismo tiempo
que hacerlo era sentido por N. como riesgo de vida y desaparición
en la locura. "No me dejes nada". Convocaba así, en el
discurso a un doble de la institución, a la cual por otro lado
no sabía como abandonar. Pedía ayuda pero no ofrecía
la pregunta de porque le pasaría eso. Poco tiempo me llevó
descubrir que lo que más temía era que le quitara su miedo
ya que este era su límite y su referente. En ese momento mi cautelosa
intervención fue:" si no querés vomitar no tenés
porque hacerlo". Cosa que permitió de alguna manera un cierto
alivio auspiciador de la palabra para ella. En el seminario de La transferencia,
Lacan nos hace saber que ella es el tiempo de inmixión del saber.
Se trataba entonces de introducir en ese escamoteo subjetivo de N. el
tiempo del sujeto sujetado a la palabra, que permitiera una salida diferente
que la de borrarse de la escena. Promovido por la regla fundamental se
estructura un espacio transferencial, a partir del cual se construye para
un analizante su propia lógica significante. La intervención
del analista intenta movilizar la fijeza de la posición del sujeto
tomado allí por el goce en las redes del Otro.
Tiene varios hermanos. Ella nace luego de una larga separación
de los padres. El padre se iba por ahí a tocar música en
bares, abandonando el hogar. De ella se esperaba un varón. "Envidio
a los hombres, el mundo es de los hombres, pueden hacer lo que quieran,
tienen el poder." Siempre fue gordita. Sus hermanos la ridiculizaban
diciendo:"a vos es mejor saltarte por encima que darte la vuelta".
"Mi hermano me pegaba, mi hermana me daba patadas, todos abusaban
de mí".
Un primer matrimonio a los 19 años le deja por "saldo"
un hijo y muchos golpes encima. Era violada y castigada por el marido
que la abandonaba por semanas. Situación que la lleva durante el
embarazo a dos intentos de suicidio, uno a los cuatro meses ingiriendo
pastillas y otro a los seis, en donde intenta tirarse por la ventana.
Huyó a la casa paterna a los pocos meses de haber nacido el niño,
en donde su bulimia se incremen-
Ta. Un goce por ella ignorado tiñe su relato de víctima
de los golpes de todos, así como llevada por la rabia, roba comida
de su madre para vomitar. A partir de asociaciones descubre paradójicamente
que la única complacencia de su madre era cuando N. comía.
Señalar la conexión a la madre, horadar la figura feroz
del O-
Tro que todo lo prohibe, así como la institución que la
quiere en el encierro, se imponía. Vomitar significaba un placer,
un rito que implicaba el esconderse, escapar de la madre, encerrarse en
el baño, vomitar y comer lo vomitado para volverlo a hacer. Agujerear
el campo del Otro en su agujero específico a su historia era imprescindible
para hacer de su carencia imaginaria, falta simbólica.
El padre le enseña a tocar un instrumento indígena típico
de su país. La música es rechazada como sinónimo
de lujuria por la familia en general, ya que propicia los desbordes. A
escondidas estudia guitarra.Su marido actual, famoso músico, la
desanima. No será una buena concertista. Desencantada, empieza
a compo-
Ner. Una primera pieza la firma con un seudónimo, que es anagrama
de su nombre y que sugiere el nombre de un hombre extranjero. Dice "Esta
pieza tuvo éxito porque creyeron que era hombre . Ser mujer, latinoamericana
y compositora es como ser nadie." Si en el primer tiempo la intervención
propuesta "si no querés vomitar no tenés porque hacerlo
le adjudica en acto un lugar que no estaba presente en su discurso, ahora
aparecía como demanda de hacerse un lugar. El apoyo transferencial
de su trabajo en composición, aún ante el riesgo de que
en la aproximación a su tarea el peligro de vómitos y atracones
se intensifiquen, se vuelve necesario. Continúa así en su
recorrido por el real pulsional . Recorre el borde oral que aparece primero
como borde expulsivo para empezar a acceder a la palabra por intermediación
de la voz,y luego como música dirigida al Otro. La imperiosidad
del pedido inicial va variando de una voz imperativa a una transformación
de la voz en música. Empieza una segunda pieza dedicada a su madre.
Allí graba sonidos que explora con distintos timbres que realiza
con un aparato de electroacústica, especie de computadora en donde
escribe la partitura y agrega los timbres que son los sonidos de su voz.
Lentamente consigue que su pieza sea editada en EEUU, donde recibe una
excelente crítica en una revista especializada. Cuando piden sus
referen-
Cias tiene que aclarar su seudónimo y "descubrirse" mujer.
Su trabajo conmigo termina ya que se va a vivir a otro país por
el trabajo de su esposo. Hace ya cuatro años que no vomita. Mientras
sus expectativas es continuar formándose para "hacerse un
nombre", prosigue su trabajo en composición porque "hasta
que no termine la pieza, me voy a sentir embutida, tengo que arrojarla
afuera, largarla". Se trata igualmente de vomitar pero ahora música.
Montevideo, setiembre de 2000
Celia CALVO
P.Pimienta 987 Ap. 406
11300 Montevideo Uruguay
Tel. 05982 7077074
e-mail celiacalvo@hotmail.com
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